Internet se ha
convertido en el intermediario habitual mediante el cual los
adolescentes se informan, se comunican, se relacionan, se expresan y
se divierten. Según el Instituto Nacional de Estadística (2013), en
España el 91,8% de los menores de 10 a 15 años son usuarios de Red.
El uso preocupa tanto a las familias como a las administraciones,
profesionales e investigadores. Lo que más les preocupa es la
pérdida de privacidad, el contacto con desconocidos, aislamiento,
etc. Hay que aadir nuevos problemas como el ciberbullying, grooming o
sexting que han terminado por instalarse en nuestro lenguaje
habitual.
El posible uso
patológico suele cifrarse entre el 1% y el 5% a día de hoy sigue
sin existir consenso al respecto, fundamentalmente por falta de
unanimidad a la hora de determinar cual es realmente el problema a
evaluar.
Dos son los grandes
retos a realizar en este ámbito: uno a nivel de evaluación y a
nivel de prevención.
A lo que se refiere
a evaluación, no es fácil contar con datos de prevalencia válidos
y fiables acerca de los usos de los adolescentes de internet,
fundamentalmente por tres cuestiones: la primera es conceptual: ¿qué
queremos evaluar? Clasificar de qué estamos hablando: ¿adicción a
internet? ¿uso patológico? ¿uso problemático? ¿dependencia?.
Cada estudio evalúa “realidades diferentes”. La primera tarea es
alcanzar un consenso tanto en lo relativo a su denominación como a
sus criterios definitorios. El hecho de que el propio DSM-5 no recoja
la adicción a Internet como tal ( sino referida exclusivamente el
juego online) hace que prudentemente buena parte de las
investigaciones prefieren hablar de “uso problemático”.
Un segundo
obstáculo tiene que ver con los instrumentos de evaluación, ¿con
qué evaluar? A pesar de numerosas escalas y cuestionarios algunas
sólo proporcionan datos descriptivos acerca de los hábitosde uso,
actitudes, percepciones o prácticas de riesgo. Otras son concebidas
con la intención de “estimar”, o no están adaptadas a la
población adolescente.
Una tercera
cuestión tiene que ver con el diseño muestral y el prodecimiento de
recogida de datos utilizados. Muestras pequeñas, no representativas
o extraídas de segmentos definidos vagamente (menores, adolescentes,
estudiantes, jóvenes...) dificultan la comparación y la
generalización. Además, el procedimiento de recogida de datos varía
de un estudio a otro: una entrevista personal a domicilio,
cuestionario autoadministrado y un formulario online. Nuestra
contribución ha sido el desarrollo de una escala de screening del
uso problemático de Internet entre adolescentes.
El segundo gran
reto está relacionado con la prevenión, ¿qué podemos hacer?. Las
acciones a este nivel constituyen una responsabilidad compartida:
institucional, escolar y familiar. La administración y las
diferentes instituciones han de involucrarse desde la promoción de
programas preventivos, como desde el punto legal. Es necesario
también que los centros escolares se conviertan en moduladores
activos de las actitudes, percepciones y hábitos de uso de Internet.
El acrónimo OCLA (observar, controlar, limitar y ayudar) trabaja la
educación en valores y habilidades de vida así como la asertividad
y la autoestima del adolescente son las mejores armas para el futuro.
Álvaro
García
Catarina
Lores
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